Última oportunidad. Ahora, sí. No hay más comodines. No pasan más trenes. No se presentarán más opciones. Las dos modalidades de la rítmica española dirimen su presencia en los Juegos de Tokio a una sola carta. Todo se decide en el Campeonato de Europa, torneo que se celebra en Bulgaria del 10 al 13 de junio, y que concede los últimos billetes olímpicos. Sólo dos. Uno por disciplina. Uno, para el torneo individual; otro, para la competición por conjuntos. Un reto mayúsculo. Y el Proyecto FER va a ser protagonista de tal desafío. Polina Berezina es la gimnasta llamada a conquistar el vigésimo cuarto y postrero pasaporte olímpico individual. Mientras, la joven Patricia Pérez Fos, de 16 años, es una de las componentes del combinado nacional que va a intentar conseguir toda una proeza. Porque, en efecto, si el conjunto español se clasifica para Tokio, protagonizaría una auténtica hazaña.
Capaz de completar brillantes ejercicios, pero también de cometer errores de consideración. Así de irregular se ha mostrado Polina Berezina, de 23 años, en las cuatro Copas del Mundo celebradas durante los meses de abril y mayo. Cuatro Copas que han concedido tres pasaportes olímpicos. Polina estuvo correcta en la primera, la de Sofía, desconcertante en la segunda, la de Tashkent, y desafortunada en la tercera, la de Bakú. Ya sin opciones de ningún tipo, la gimnasta FER acudió a la cuarta y última, la Pesaro, sin presión, a pulir sus puestas en escena de cara al decisivo certamen continental. Con estos precedentes, Polina Berezina es consciente de que debe ser más regular. Más bien, la obtención de la plaza olímpica requiere la perfección, la pulcritud, la excelencia. Con el nivel y la competencia existentes, una simple caída de un aparato es la sentencia deportiva.
Entre el jueves 10 y el viernes 11, Polina se enfrentará a los cuatro aparatos. Las 24 mejores gimnastas, con un máximo de dos por país, que hayan hecho, al menos, tres ejercicios, pasarán a la final del all around o concurso general (las que han hecho los cuatro, podrán descartar la peor nota o puntuación, y quedarse con las tres más altas). Las 24 finalistas partirán de cero y volverán a realizar la rotación completa (los cuatro aparatos) el sábado 12 de junio. Y ahí, sí: la mejor de las 24, tras los cuatro ejercicios, se convertirá en olímpica. En principio, las dos grandes favoritas son la húngara Fanni Pigniczki y la rumana Andrea Verdes, que se han mostrado muy fuertes en las cuatro Copas del Mundo recientemente celebradas. Precisamente, tras estos precedentes, Polina no aparece en las quinielas principales. Pero no se da por vencida. Está todo abierto.
Con respecto a la modalidad de conjuntos, el Campeonato de Europa también ofrece un solo pasaporte. A ese último billete se aferra el equipo español, un combinado tan joven como ilusionante, y que aterriza en el certamen continental tras una denodada lucha contra el reloj. Todavía no se ha cumplido un año desde que, en agosto de 2020, el renovado equipo nacional fue ungido por la seleccionadora Alejandra Quereda. A partir de ese momento, el nuevo conjunto se ha afanado a recortar los plazos. Ha competido en las cuatro Copas del Mundo recientemente disputadas, en las que ha cometido errores, pero en las que también ha transmitido más frescura y desparpajo, con ejercicios de grandísima dificultad. En principio, el favorito para llevarse la última plaza olímpica es Ucrania. Por detrás, Turquía, Grecia, Alemania o Francia. España no cuenta con demasiadas opciones. De hecho, en la última Copa del Mundo de Pesaro, el equipo español fue antepenúltimo (el 16º) de los 18 participantes.
En el conjunto nacional seleccionado para el Europeo, por desgracia, no estará Ana Gayán, quien, en principio, iba a ser la integrante más veterana y única superviviente del combinado que fue reemplazado hace casi un año. Una lesión sufrida a principios de abril la ha dejado fuera del Campeonato de Europa. Por contra, sí estará Patricia Pérez Fos, de tan sólo 16 años y natural de la localidad de Sueca. En resumen, este grupo tan joven y novel asume el reto de evitar que se pase de la plata olímpica de Río al vacío de Tokio. Si no lo consiguen, no protagonizarían ningún fracaso. Por contra, si logran el billete, firmarían una monumental e inesperada campanada.