Una lucha contra el reloj. Ésta es la realidad del conjunto español de gimnasia rítmica, un combinado tan novel e inexperto, como ilusionante y esperanzador. El renovado equipo nacional todavía no ha cumplido un año desde que fue ungido por la seleccionadora Alejandra Quereda, quien, en agosto de 2020, aplicaba un sinfín de cambios en la rítmica nacional. Una de esas decisiones afectó al conjunto, remodelado casi por completo. De esta manera, Quereda buscaba el relanzamiento de un colectivo que, desde que arrancó el nuevo ciclo olímpico en 2017, no había obtenido los resultados esperados, no había experimentado la evolución deseada y no tenía prácticamente opciones de alcanzar los Juegos de Tokio. En realidad, con este golpe de timón, la seleccionadora española y, al tiempo, ReFERente del Proyecto FER, sacrificaba Tokio y apostaba por encarar el camino hacia París 2024 con plenas garantías.
Sin embargo, el aplazamiento de Tokio hasta 2021 ha propiciado cambios en el decorado. El nuevo conjunto ha dispuesto de más tiempo para preparar los ejercicios, para fomentar la química entre sus componentes, para adquirir más experiencia a nivel internacional… En suma, para ser mejores y más competitivas. Y, por qué no, para soñar todavía con los Juegos Olímpicos de este próximo verano. La rítmica por conjuntos sólo tiene un pasaporte olímpico para asignar. El último billete disponible se dirime en el Campeonato de Europa, previsto a principios de junio en Bulgaria. En principio, el gran favorito para conseguir esta plaza es el combinado de Ucrania. Pero tampoco las ucranianas son infalibles ni parecen inabordables. Hay partido.
Ahora bien, para que las esperanzas sean fundadas, el conjunto español ha de mejorar las prestaciones ofrecidas en las dos Copas del Mundo disputadas hasta la fecha: Sofía y Tashkent. En estos dos eventos, el combinado nacional ha demostrado frescura y descaro. Vuelven a transmitir. Pero los ejercicios siguen sin estar del todo controlados. También es cierto que son muy exigentes y complicados, y que se han preparado en apenas siete meses. Es decir, los errores son casi inevitables. Para acudir al Campeonato de Europa con más confianza y opciones, el equipo supervisado por Alejandra Quereda ha de minimizar los fallos. El problema es la falta de tiempo. Queda poco más de un mes para el certamen continental y, antes del Europeo, sólo hay dos eventos para seguir curtiéndose: las Copas del Mundo de Bakú y Pesaro.
El Proyecto FER y la rítmica valenciana están presentes en esta lucha contra el destino. Del conjunto que, hace casi un año, fue reemplazado, sólo queda Ana Gayán. La deportista de El Puig es la componente más veterana. Teóricamente, tiene plaza fija para el Campeonato de Europa, siempre y cuando se recupere de la lesión en el peroné, dolencia detectada a principios de abril y que le impidió disputar la Copa del Mundo de Tashkent. Mientras, la jovencísima Patricia Pérez Fos (Sueca, 16 años) es una de las aspirantes. Patricia fue descartada en Sofía, pero sí fue seleccionada para Tashkent.
En suma, la rítmica nacional, se juega, en apenas cinco semanas, su presencia en los Juegos de Tokio. Además, en las dos modalidades, la individual y la de conjuntos. En esta última, se puede pasar de la plata de Río a la ausencia en Tokio. Un grupo de jovencísimas deportistas asume la responsabilidad de evitar el vacío. Y entre ellas, dos son componentes del Proyecto FER. No obstante, si no lo consiguen, no protagonizarán ningún fracaso. Por contra, si logran el billete olímpico, firmarán un monumental éxito.