No lo considera una pesadilla, pero tampoco, un cuento de hadas. Cuando en agosto de 2019 Aimar Palma cruzó el Atlántico rumbo a los Estados Unidos para, por una parte, iniciar sus estudios universitarios de Marketing y, por otra, reorientar y reforzar su carrera deportiva, no podía imaginar que, casi un año después, una pandemia le impediría regresar a su ciudad natal, Castelló de la Plana. El atleta FER, especializado en lanzamiento de martillo, tenía previsto volver a la Comunitat Valenciana a mitad de junio, “pero, de momento, es imposible. La agencia de viajes me aconseja que no lo haga. Primero, por el riesgo de que pueda quedarme bloqueado en alguno de los aeropuertos americanos o europeos en los que haga escala; y después, ante la incertidumbre reinante, por la falta de garantías de que pueda volar a Estados Unidos a mediados de agosto, cuando empiece el próximo curso”, explica Aimar.
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida de Aimar Palma (@aimarpalma) el
Pese a las dudas sobre si podrá regresar en breve, y a la cierta angustia que puede generar una situación de estas características, Aimar no tiene pensado replantearse su etapa en los Estados Unidos. “Mi intención es completar los cuatro años para los que vine a estudiar el Grado en Marketing. Es obvio que estar aquí atrapado y sin poder volver a Castellón es frustrante, pero antepongo los beneficios que esta experiencia americana me está reportando. Beneficios personales, académicos y, sobre todo, deportivos. Percibo que he crecido, que soy mejor atleta, que, en tan sólo un año, he evolucionado. Y en última instancia, este es mi gran objetivo, ser mejor lanzador de cara, por ejemplo, al Campeonato de Europa sub-23 del verano de 2021, mi siguiente gran objetivo”, comenta el atleta FER, campeón de España sub-20 en lanzamiento de martillo en los años 2017 y 2018.
Arkansas es uno de los estados menos afectados en el país americano. “Con todo, me consta que hay bastantes casos. Aunque aquí no hubo un confinamiento tan severo y tan estricto como en España, la gente sí estuvo recluida en sus casas, No obstante, desde hace un mes, hay mucha más vida por las calles”, explica Aimar.
Y cómo es su día a día. “Yo entreno mis cuatro horas cada día. Dos en el gimnasio (lo han reabierto desde hace un mes) y otras dos en la pista. Somos muy pocos. Si ya muchos se marcharon cuando se desató la pandemia en el mes de marzo, ahora aún somos menos, sólo quedamos los atletas. La verdad es que da un poco de miedo ir por la residencia. El edificio es enorme y está prácticamente vacío. Yo, de hecho, vivo sólo en un apartamento de cuatro habitaciones y dos baños. Y a la hora de alimentarme, la cafetería del campus sigue abierta, pero he de coger una bandeja y desayunar, comer y cenar en mi habitación”, explica Aimar, que hoy celebra su cumpleaños más triste y anómalo, a miles de kilómetros de los suyos. “Cada vez, estoy más convencido de que, muy posiblemente, hasta Navidad no podré regresar a mi tierra para reencontrarme con familia y amigos. Tendré que armarme de paciencia, resignación y fortaleza. Más especial será ese regreso”, concluye Aimar.