La desescalada también llega a la gimnasia rítmica. Casi cuatro después de la irrupción del covid-19, los aros, las pelotas, las cintas y las mazas vuelven a volar. Además, donde han de hacerlo. No en los domicilios particulares u otros escenarios improvisados. Desde hace unos días, en algunos casos, o semanas, en otros, Polina Berezina, Noa Ros, María Añó y Ana Gayán se ejercitan en sus habituales lugares de entrenamiento, en el espacio en el que mejor se sienten, en el contexto en el que exhiben todo su talento. Polina y Noa, en el Colonial Sport de Alfafar. María Añó, en el Centro de Alto Rendimiento de León. Y Ana Gayán, en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. La rítmica será hoy y mañana el deporte protagonista en el repaso a la vuelta a los entrenamientos por parte de los componentes del Proyecto FER. En este primer capítulo, atención para Polina Berezina y Noa Ros.
Una vez los deportistas de alto nivel pudieron, en mayor o menor medida, en mejores o peores condiciones, reencontrarse con una cierta actividad, las dos gimnastas FER retomaron la práctica de su deporte en escenarios alternativos. Polina se ejercitó en los pabellones de Guardamar del Segura y Torrevieja. Noa, por su parte, volvió al pasado y se entrenó en las instalaciones del club Mabel de Benicarló, los tapices en los que inició su carrera en la rítmica cuando era apenas una niña.
Polina Berezina, Noa Ros, Alba Bautista, Lucía González y Mireia Martinez, junto con la entrenadora Blanca López, ya han retomado sus entrenamientos en el Centro Nacional @colonial_sport 👏🏼 #NuestraMejorVictoria #TeamESP #GR pic.twitter.com/kNWUOIbTY5
— RFEGimnasia (@RFEGimnasia) June 25, 2020
El regreso de ambas gimnastas al Colonial Sport de Alfafar, donde se entrenan día a día desde enero de 2019, se hizo efectivo el pasado 25 junio. Otro impacto emocional. Más de tres meses después de tener que despedirse de estas instalaciones de forma precipitada, volvían al lugar en el que combinan sesiones exigentes y maratonianas con retos y sueños. “Lo echaba de menos, la verdad. He vuelto con muchas ganas y con mucha motivación”, comenta Polina. Por su parte, Noa Ros experimento “una sensación de libertad. El poder volver a saltar sobre una tarima, el ver volar de nuevo a los aparatos, el reencontrarme con un complejo espectacular y compartir, de nuevo, vivencias con mis compañeras… Todo me generó una mezcla de emociones”, señala Ros.
Preguntadas sobre si habían cedido mucho terreno durante todo este proceso, Berezina admite que, tras tanto tiempo fuera de tu hábitat natural, “siempre se pierde algo; por ejemplo, en el control de los aparatos, en la amplitud de los movimientos, o en la precisión de los lanzamientos. No obstante, no creo que tarde mucho en alcanzar, otra vez, el nivel anterior a la pandemia”. Mientras, Noa Ros, señala que donde más ha notado ciertos desajustes “es en la trayectoria de los lanzamientos. Durante la cuarentena, esto lo hacía en el jardín de mi casa, pero claro, no es lo mismo”, apunta la castellonense.
Desde ahora, y siempre y cuando la evolución de la crisis sanitaria lo permita, Polina y Noa ya miran hacia el Campeonato de Europa, previsto en Ucrania a finales de noviembre. En el torneo individual, sólo habrá una española. En principio, los focos apuntan a Polina, pero ni Noa Ros ni María Añó, protagonista en la publicación de mañana, se resignan. La última palabra será de Alejandra Quereda, la seleccionadora nacional. La jefa del tapiz.