El capítulo de hoy es para dos deportistas de acreditada experiencia. No en vano, entre ambos, suman hasta seis participaciones olímpicas. Por ello, sus opiniones resultan especialmente valiosas e interesantes. Son los jugadores de vóley playa Liliana Fernández y Pablo Herrera. A Liliana, el agravamiento de la crisis le pilló en su habitual lugar de residencia y entrenamiento, Tenerife. Pablo, por su parte, vivió en una especie de burbuja durante la semana del 9 de marzo. “Durante esos días, no fui del todo consciente de la situación que se estaba desencadenando en nuestro país. Yo me encontraba disputando el World Tour 4 Estrellas de Doha. Recibía alguna noticia, pero muy difusa e inconcreta. Tras caer en los dieciseisavos de final, llegué a España el viernes 13 de marzo, casi al mismo tiempo que se declaraba el estado de alarma. En ese momento, me di cuenta del cariz que tomaban los acontecimientos. Ese mismo viernes por la noche llegué a mi domicilio de Castellón. Y aquí continuamos, ya veremos hasta cuándo”, señala Pablo.
Por su condición de practicantes de un deporte al aire libre y que necesita un entorno muy específico para sus entrenamientos, Liliana y Pablo son dos de los deportistas FER más afectados por toda esta situación que se ha generado. Ambos se ejercitan en sus respectivos domicilios. “La parte de pesas y de cardio todavía se puede realizar en casa. No es el sitio ideal, pero se puede medio salvar. El mayor problema es la técnica de balón. Si no llueve (para que no falte de nada, aquí en las Canarias estamos teniendo algunos días de lluvia en las últimas semanas), todavía salgo al patio y puede hacer algo valiéndome de alguna pared; pero claro, esto es insostenible durante mucho tiempo”, señala la deportista alicantina.
En cuanto al paso de los días, Pablo Herrera intenta quedarse con la parte positiva. “Por lo menos, estoy en casa con mis hijos pequeños. Disfruto de ellos e intento hacerles lo más llevadera posible esta nueva experiencia para todos. Además, podía haber sido peor. Viendo el ejemplo de lo que les ocurrió a los ciclistas españoles que permanecieron atrapados varios días en un hotel de Abu Dabi, no me quiero ni imaginar si me llega a pasar a mí algo parecido, y ahora estuviera lejos de casa sin saber cuándo y cómo volver”, comenta el jugador castellonense. Por su parte, Liliana intenta darle a esta anómala situación la mayor normalidad posible. “Se trata de organizarse, de fijar unas rutinas. Yo, de momento, lo llevo bastante bien. Reparto el tiempo entre los entrenamientos, estar con mi hijo pequeño, repasar la actualidad, alimentar nuestras redes sociales, atender las peticiones de los medios de comunicación… No se me hacen los días especialmente pesados ni estoy agobiada”, apunta la deportista de Benidorm.
Y la gran pregunta: qué pasará con los Juegos Olímpicos de Tokio. “Tras las novedades de las últimas horas, parece evidente que no se van a celebrar este verano. Yo ya era muy escéptica y tenía muchas dudas. Ahora, sólo falta esperar unos días para conocer en qué momento los reubican. En nuestro deporte, se ha cancelado o pospuesto todo. En abril, ya se suspendieron tres torneos; dos en China y uno en Singapur. En teoría, el circuito World Tour se reanudaba con el 4 Estrellas de Itapema, Brasil, del 6 al 10 de mayo, pero también se han cancelado todos los eventos de mayo. Es decir, es imposible pronosticar cuándo se retomarán las competiciones. Es más, nosotros podríamos haber aguantado una cuarentena de dos semanas. Pero ahora, ya se ha extendido hasta casi mitad de abril. El perjuicio es muy grande y, en efecto, empezaríamos a estar en desigualdad de condiciones”, comenta la alicantina. En similares términos se expresa Pablo Herrera. “Desde luego, no es fácil. Cancelar o aplazar unos Juegos Olímpicos es algo muy grave. Puedo entender que el COI se haya resistido y se siga resistiendo, pero no tiene más remedio que posponerlos. De todos modos, me interesa más que se frene el contagio. Primero, la salud; luego, el deporte”, concluye Pablo.