Sus dos rodillas han sufrido sendas lesiones de gravedad. Su corazón, dos durísimas puñaladas emocionales. La primera, en mayo de 2016, dos meses antes de la celebración de los Juegos Olímpicos de Río. La segunda, en junio de 2019, dos semanas antes de afrontar el Preolímpico en Kazán, Rusia. Hace tres años, se lastimó la rodilla izquierda; hace tres meses, la derecha. Pese a tal cúmulo de desventuras, Teresa Bueso (Valencia, 29/07/1997) continúa firme, fuerte, entera, serena. Una vez ha transcurrido lo peor, el paso por el quirófano y los meses inmediatamente posteriores a la operación, la deportista FER sonríe de nuevo. El optimismo recupera terreno en su estado de ánimo. Aunque nada ni nadie podrá borrar de su mente estas pesadillas, Teresa se aferra a su jovialidad para ilusionarse con lo que está por llegar. La valenciana lo tiene todo para triunfar en el rugby seven. Sólo hace falta que la salud le acompañe. Que la suerte y el destino la respeten.
Mejor, la verdad. Aunque la recuperación no va lo rápida que desearía, me encuentro más animada y con ganas de empezar a hacer ya ejercicio. Reconozco que los 2 o 3 días posteriores a la lesión (del jueves 20 al domingo 23 de junio) fueron durísimos. No podía creerme que volviera a pasarme lo mismo tres años después y que fuera a perderme el Preolímpico. Pero bueno, me tranquilicé y lo asumí. Ahora, una vez superada la intervención quirúrgica, ya veo más luces que sombras. El estar en casa, con la familia y con amigos durante todo el verano, también me ayudó mucho.
No. Estoy segura de que podré competir de nuevo al máximo nivel. Tengo la experiencia de la otra rodilla hace tres años. No noto nada, estoy perfecta, como si nada hubiera ocurrido. Y también tengo el ejemplo de algunas compañeras de selección que han atravesado este mismo percance y están en óptimas condiciones. Solo pido que no me vuelva a ocurrir más.
Claro. Lo seguí y lo sufrí. Estaba rabiosa, inquieta, por no poder ayudarles. Me llevé, como todos los seguidores, un gran disgusto. Y no sólo por un planteamiento egoísta. Obviamente, deseaba que mis compañeras se clasificaran para los Juegos. Hubiera representado un gran estímulo de cara a mi proceso de recuperación. Tener a Tokio 2020 en el horizonte era toda una vitamina. Pero, por encima de esta cuestión personal, deseaba que el rugby español volviera a ser olímpico. En fin, no ha podido ser, pero ya está. No lo lamentemos más. Pasemos página. Habrá más retos.
A finales de agosto, volví a los Estados Unidos. Aquí puedo seguir la recuperación en la Universidad americana, donde hay unas magníficas instalaciones y unos excelentes servicios médicos. Si hubiera existido la opción de ir a Tokio, posiblemente hubiera vuelto en Navidad y ya me hubiera quedado. De esta manera, completaré el curso y los estudios. Aunque en Estados Unidos hay muchas oportunidades, tanto de seguir estudiando, como a nivel profesional, lo normal es que en junio de 2020 ya me vuelva a Valencia de forma definitiva. En todo caso, el tiempo dirá. Las experiencias me han enseñado a no hacer planes.