Los Gasol, Pau y Marc, en baloncesto; los Márquez, Marc y Álex, en motociclismo; las Willliams, Serena y Venus, en tenis; los de Boer, Frank y Ronald, en fútbol… Algunos de los recientemente enumerados son sólo 4 ejemplos de hermanos que han alcanzado el estrellato y la celebridad en el mundo del deporte. Son casos tan afortunados como inhabituales. Desde su nacimiento, en el año 2013, el Proyecto FER también ha acogido sus particulares sagas deportivas. Parejas con mismos apellidos y practicantes de una misma modalidad. Los Martínez García y las Palmer Soler, en taekwondo; las Muñoz del Campo, en natación; los Luján Mora, en vela; o las Rodríguez Salvador, en judo. Este binomio, formado por Mireia y Adriana, es el último dúo fraternal en el equipo FER. Es una de las novedades de esta edición y ha sido posible gracias a la incorporación de la más pequeña, Adriana.
Naturales de la población alicantina de Castalla, Alicante. Mireia va camino de los 19 años (segundo año como junior), mientras que Adriana cumplirá en breve los 15 (primera temporada como judoca cadete). Ambas dicen que son “muy diferentes”, tanto en gustos, como en personalidad, como en carácter. La hermana mayor se define como “metódica, organizada, previsora”. La menor es “más alma libre, más creativa, menos ordenada, más soñadora”. Mireia es una adicta a las series. Pese a su juventud, Adriana es una gran aficionada a la lectura. Hasta aquí, algunas de sus diferencias. Pero en lo que ambas coinciden es en su pasión por el judo. Un deporte que apareció en la familia Rodríguez Salvador casi por casualidad. No había antecedentes. El padre practicó el fútbol y el ciclismo; la madre hizo sus pinitos con la gimnasia rítmica. De pequeña, Mireia era puro nervio y muy inquieta. “Por ello, con tan sólo 3 años, mis padres decidieron apuntarme el judo como actividad extraescolar”, recuerda la mayor de las hermanas.
Después, se incorporó Adriana, quien ve en su hermana mayor un espejo y una fuente de inspiración. “Por supuesto que me fijo en ella. La considero como una hermana y, sobre todo, como una amiga. Por lo tanto, es una ayuda constante para mí”, dice la pequeña de las Rodríguez Salvador. Ese apoyo no se transforma en rivalidad por ver quién saca mejores resultados. “Nos llevamos muy bien y nos concedemos un apoyo recíproco. No tenemos ningún pique. Los éxitos de Adriana los considero como propios y viceversa”, expresa Mireia. Además, siempre que el calendario lo permite, “ella viene a verme competir o yo voy a verla competir para darnos ánimos. Para mí, tener una hermana cuatro años mayor y que practica el mismo deporte es una ventaja. Le pregunto, le consulto, le confieso mis temores y mis dudas para que me aconseje y me ilustre”, comenta Adriana.
Las hermanas Rodríguez Salvador idolatran a Majlinda Kelmendi, una judoca kosovar de 28 años que se proclamó campeona olímpica en los Juegos de Río 2016, en la categoría de menos 52 kg. Además, ambas están teniendo un 2019 complicado. Mireia por el cambio de categoría de peso. Le está costando adaptarse al nivel existente de menos 48 kg. Adriana, porque el curso del estreno en una categoría de edad acostumbra a ser muy complicado. Pese a que los resultados no les están acompañando, las dos hermanas no renuncian a sus grandes objetivos internacionales del año. Mireia buscará en los próximos meses su billete para el Campeonato del Mundo junior. Por su parte, su hermana Adriana ya ha disputado el Campeonato de España cadete, donde logró un meritorio tercer puesto. Ahora espera lograr la clasificación para los campeonatos de Europa y del Mundo. Retos para dejar bien alta la estirpe Rodríguez Salvador. Una saga con el judo en las venas.
Para mí, tener una hermana cuatro años mayor y que practica el mismo deporte es una ventaja
Adriana Rodríguez