Héctor Catalá (Serra, Valencia, 17/06/1998) tardará en olvidar el verano de 2018. A principios de agosto, recibía una noticia esperada durante mucho tiempo. Su prueba, la PTV1 (discapacidad visual), pasaba a formar parte, por fin, de la agenda de competiciones de los Juegos Paralímpicos. Esta decisión del Comité Paralímpico Internacional llenaba de felicidad al paratriatleta valenciano. No solo le abría, de par en par, las puertas de Tokio 2020. Además, le permitía incorporarse al Proyecto FER. El pasado año, Héctor presentó la solicitud para formar parte del FER 2018 en tiempo y forma. En un principio, su candidatura fue desestimada porque el PTV1 no era modalidad paralímpica. No obstante, gracias a esta grata novedad, el de Serra se integra en el programa de ayudas a los deportistas valencianos impulsados por la Fundación Trinidad Alfonso. Una alegría que espera redondear esta misma noche, momento en que disputará el Campeonato del Mundo en Gold Coast, Australia. Un estreno de campanillas como deportista FER
El nuevo componente del Proyecto FER representa toda una historia de superación. De adaptación a los obstáculos que el destino le ha ido interponiendo. Héctor nació con el llamado Síndrome de Best, una enfermedad degenerativa que afecta a la visión. Ciego por completo de su ojo izquierdo, el deportista valenciano solo tiene un 10% de visión en el derecho. Sus inicios en el triatlón fueron tardíos. “De pequeño, hacía natación. Empecé a los 9 años y estuve nadando durante bastante tiempo. Pero me lo dejé y gané un poco de peso. En ese momento, Jordi Jordá, que me entrenó en natación y, desde hace 2 años, gestiona mi preparación para el triatlón, me aconsejó empezar a correr y a iniciarme en el triatlón. Entonces, tenia unos 22 años. La verdad es que pronto me enganchó esta disciplina. Aunque mi visión ya no era completa, competía sin necesidad de guías y se me daba bastante bien”, rememora Héctor.
Sin embargo, todo cambió en 2013, momento en que se agravan sus problemas y empieza a perder la visión muy rápidamente. Un accidente en bicicleta representó el punto de inflexión. “En una salida con la bicicleta, tuve un percance serio. No vi un pilón de hormigón y me estrellé contra él. Perdí 5 dientes. Ahí me di percaté de que mi situación personal cambiaba por completo. Cuando me recuperé del accidente, fui a un oftalmólogo. Me confirmó que había perdido mucha visión y me recomendó ir a la ONCE. Allí, me ayudaron mucho a nivel personal, profesional (me puse a trabajar después de licenciarme en Ingeniería Industrial) y deportivo (me orientaron hacia el paratriatlón). Les estaré eternamente agradecido”, comenta Héctor, obligado a rehacer su vida con tan solo 24 años. “En ese momento, experimentas una explosiva mezcla de sensaciones. Nada iba a ser igual en mi día a día. Tienes 2 opciones. O derrumbarte o ser valiente. Felizmente, tuve un ataque de optimismo; esto no podía acabar conmigo”, recuerda, emocionado, el deportista valenciano.
Héctor empezó a competir como paratriatleta en 2014. Recuerda que le costó adaptarse a nadar y correr con un guía, y a montar en un tándem. En esos primeros pasos, contó con la ayuda del Club Triesport Roquette de Benifaió, “que me ayudaron muchísimo”, recuerda. Lo que empezó siendo como una diversión se convirtió en algo mucho más serio. “En 2015, debuté en pruebas internacionales. Rocé el podio en algunas Series Mundiales, me clasifiqué para el Campeonato de Europa, fui séptimo en el Mundial de Chicago… Es obvio que tenía posibilidades”, expresa el de Serra. Y fue en 2016, cuando se consagró de forma definitiva. En ese año, se proclama campeón de Europa en Lisboa y logra el bronce en el Mundial de México. En 2017, conquista la plata continental en Austria y es cuarto en el Mundial de Rotterdam. Hoy, con su nuevo guía, el gallego Gustavo Rodríguez, y ya como deportista FER, busca coronarse en Australia.