Solo Néstor Abad sabe las horas, el trabajo, el sacrificio, la constancia que hay detrás de la brillante temporada protagonizada. Una vida casi monacal, de rigurosa disciplina. Un enclaustramiento severo y exigente que ha dado sus frutos. A sus 25 años, el deportista de Alcoi ha firmado el mejor curso de su carrera. Ha alcanzado la plena madurez. Ha experimentado un salto de calidad que no solo le ha confirmado como el mejor gimnasta español del momento; también le ha concedido un espacio en la vanguardia internacional.
Así lo esbozó en los Juegos Mediterráneos de Tarragona y en el Campeonato de Europa de Glasgow. Y, sobre todo, así lo acreditó en el Campeonato del Mundo de Doha, donde logró una magnífica undécima plaza en la final del all around o concurso completo individual. Tras un año casi perfecto e inmaculado, Néstor no se detiene. A un año y medio de los Juegos Olímpicos de Tokio, al deportista FER le aguardan nuevos retos y desafíos. Y, desde la seguridad y la confianza, se lanza a por ellos.
Este año ha sido una demostración de que la perseverancia tiene premio y de que nos encontramos en la buena dirección. Ahora bien, siendo lo más aséptico y objetivo posible, y huyendo de cualquier tentación de euforia, creo que todavía tenemos mucho margen de mejora.
Este año, aunque ello me supusiera bajar alguna décima en la puntuación recibida, decidí anteponer la solidez y la seguridad en la ejecución de los ejercicios. La apuesta me ha salido bien. A la vista está. Para la próxima temporada, tengo pensado incorporar algunos elementos nuevos en algunos aparatos. Digamos que tomaré más riesgos. Pero todavía hay que ver cómo me adapto a ellos para decidir si los aplico o no.
Factible. Difícil, pero alcanzable. En el Mundial de Doha de 2018, fuimos los undécimos. Es decir, si tomamos esa referencia, en el Mundial de 2019 estaremos en el límite, en la frontera, entre conseguir o no el pase a Tokio. Yo soy optimista. Creo que podemos mejorar. Algunos de los chicos del equipo son muy jóvenes y van a crecer en los próximos meses.
Si tuviese que elegir, me quedaría con 2. La final de barra fija de los Juegos Mediterráneos de Tarragona, que me dio el bronce, y el ejercicio de barra fija en la Copa del Mundo de París, que también me concedió el bronce. Y en cuanto al mejor momento, no me quedo con un instante concreto, sino con la satisfacción de comprobar que el esfuerzo sirve de algo y de que progreso día a día.
Nunca he creído solo en el talento. Obviamente, para llegar a ciertos niveles, hay que tener cierta clase o talento. Pero creo mucho más en aspectos como la energía, la motivación, la pasión, el afán de superación.
En el Mundial de 2019 estaremos en el límite, en la frontera, entre conseguir o no el pase a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020
Néstor Abad