No es una jugadora totalmente nueva, pero casi. No parte de cero, pero poco le falta. La vida deportiva de Teresa Bueso se ha reactivado tras los infortunios sufridos en los dos últimos años. En mayo de 2016, una grave lesión de rodilla le impedía disputar los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Una dolorosa desgracia. Física y anímica. Meses más tarde, un percance en su mano derecha le privaba de estar presente en el Campeonato del Mundo de rugby 15 del pasado verano en Irlanda. Dos golpes ya felizmente superados y de los que apenas quedan recuerdos. Dos sacudidas del destino que han convertido a Teresa en más fuerte. A sus 20 años, la jugadora valenciana continúa creciendo. Lo hace muy lejos de su Valencia natal. En concreto, en los Estados Unidos.
Desde septiembre de 2016, Teresa vive en la ciudad estadounidense de St. Charles, en el estado de Missouri. Estudia un grado de Sport Management en la Lindenwood University, con cuyo equipo de rugby seven se proclamó el pasado año campeona de la liga más importante de este deporte en el país norteamericano. “Aunque es duro estar fuera de Valencia, y lejos de la familia y de los amigos, la decisión de trasladarme a los Estados Unidos era una gran oportunidad para mí, porque me permitía compaginar la parte académica con unos entrenamientos apropiados para la rehabilitación de mi lesión de rodilla”, explica Teresa.
Dos percances tan seguidos como los que sufrió Teresa implican muchas connotaciones negativas. “En el momento en el que te comunican la gravedad de las lesiones, sobre todo en el caso de la rodilla, el golpe emocional es durísimo; en mi caso, además, porque me impedía viajar a unos Juegos Olímpicos, lo máximo a lo que puede aspirar un deportista. A partir de ahí, has de luchar contra tu mente, contra tu ansiedad, contra tu impotencia, contra la sensación de que falta una eternidad para volver a ser la de antes. Pero una situación así también tiene su lado positivo. Aprendes a ser más paciente, más reflexiva, más madura, a modificar la perspectiva de las cosas, a gestionar el tiempo de otra manera”; explica Teresa. Por ello, la lesión de la mano, que me apartó del Mundial de rugby 15, ya me la tomé con más filosofía, al margen de que no era tan grave como la otra, claro”, añade la deportista FER.
Ahora, Teresa vive un momento dulce. Cruza los dedos para que el destino no vuelva a ser cruel. “Me encuentro muy bien; además, el equipo de seven de mi Universidad es muy bueno y me permite seguir creciendo”, apunta la valenciana. De cara a 2018, le gustaría disputar con la selección alguna de las 6 jornadas que integran las Series Mundiales femeninas. Pero, sobre todo, “mi gran sueño es estar el próximo mes de agosto en el Campeonato del Mundo de seven que se juega en San Francisco. Ojalá, nada se interponga en mi camino”, comenta Teresa. Hay un indicio que apunta un nuevo tiempo, más próspero y afortunado, para la deportista FER. El nuevo seleccionador nacional es Pedro de Matías, uno de los históricos jugadores del CAU Valencia, el club en el que se inició Teresa. De Matías conoce a la deportista FER desde que esta era una niña. Buen síntoma. Prometedora señal. Parece que la suerte empieza a cambiar.