En su discurso, todavía se cuelan “¿entendés?” o “eses” que no llegan a ser “zetas”. Como si fuese ayer cuando aterrizó desde su Argentina natal. Sin embargo, Marcos Poggi lleva más de media vida en España. En concreto, 17 años. Un tiempo en el que ha pulido una carrera deportiva. Una trayectoria que no se entiende sin el barniz de su padre, Guillermo. Él fue quien, junto a dos amigos, creó el club con el que debutaría en el rugby, Los Carpinteros. Él fue quien detectó que su hijo, a sus 10 primaveras, tenía madera para este deporte. El balón ovalado sería, desde entonces, su compañero de viaje. Cuando llegó a Elche, con 13 años, lo primero que hizo fue apuntarse al Elche Club Rugby. Con 17, ya defendía los colores del combinado español. Y hoy, con 30 años recién cumplidos, todavía es un referente. Por su lucha dentro y fuera del césped. Y por su fortaleza física y mental. Por ser como un roble.
El deportista FER ha sufrido dos graves lesiones de rodilla. En junio de 2016, la derecha. En julio de 2017, la izquierda. Hace dos meses, se rompió el ligamento lateral interno. Pero, al igual que un año antes, Marcos Poggi vuelve a desafiar a la lógica. “Estoy haciendo la misma rehabilitación que me permitió asistir a Río 2016, después de la rotura del ligamento cruzado y el lateral interno de mi rodilla derecha, y me encuentro muy bien. Estoy contento porque ya puedo hacer algunos entrenamientos. Poco a poco todo vuelve a la normalidad”, explica el deportista FER.
En su momento, la historia protagonizada por Marcos Poggi en 2016 ya resultó casi milagrosa. En tan solo dos meses, fue capaz de poner a punto su articulación para participar en los Juegos Olímpicos de Río. Algo que, en un principio, parecía imposible. Logró evitar el quirófano y su portentoso físico, unido a un inquebrantable tesón, hicieron el resto. Ahora, a pesar de ser su segunda lesión grave de rodilla en apenas un año, dice tener suerte: “Puedo estar contento porque en esta última ocasión no se ha roto por completo el LCA (ligamento cruzado anterior), con lo cual no ha sido necesaria la operación”.
Una intervención quirúrgica habría supuesto el adiós a la competición en 2017. Sin embargo, tal y como evoluciona su recuperación, Poggi espera estar con sus compañeros de equipo antes de que acabe el año. “En esta nueva temporada mi intención sería jugar otra vez con El Cisneros de Madrid, ya que el año pasado no conseguí tener una regularidad con el conjunto por temas personales. Si todo va bien, a finales de noviembre estaría recuperado del todo y podría empezar a jugar con ellos”, asegura el internacional del seven español, quien, precisamente, se lesionaría en un encuentro con la selección, en el último torneo del Campeonato de Europa de la temporada. “Fue un Europeo muy largo. Estuvimos luchando hasta el final por acabarlo entre los dos primeros, pero por desgracia no se consiguió la clasificación para el Mundial 2018 de San Francisco. Aun así, el año que viene se plantea un año muy bonito con las Series Mundiales y el Campeonato de Europa”.
2018 es, por tanto, el año en el que Marcos espera volver a competir con España en una gran cita. Su intención es jugar todo que pueda y aprovechar la coyuntura, el auge del rugby 7 en España: “Sí, estoy convencido de que el rugby seven en España está en un buen momento y hay que seguir creciendo. Jugar el Mundial hubiera sido un privilegio, pero jugar unas Series Mundiales hará que nos enfrentemos a las mejores selecciones del mundo durante todo un año. Creo que así es como podremos crecer para poder conseguir grandes objetivos”. Ese auge del rugby 7, en general, y de la selección, en particular, es gracias también a jugadores como él. Un ejemplo, cuando finalizaron los Juegos Olímpicos de Río, el seleccionar José Ignacio Inchausti utilizaba una expresión que le había enviado un niño para ilustrar cómo el seven nacional había calado entre las más jóvenes. La frase decía: «Papá, de mayor quiero jugar como Marcos Poggi».