A la fuerza, Eusebio Cáceres ha tenido que fortalecer actitudes como la paciencia y la resignación. Una extensa lista de contratiempos físicos en momentos especialmente sensibles le ha impedido brillar o, incluso, comparecer en grandes competiciones, pero le han ayudado a ser más duro mentalmente, a no desfallecer, a alimentar su optimismo, a ver el lado positivo de las experiencias. No hay mal que cien años dure, piensa el saltador de Onil, de 25 años, que dará por bien empleados todos estos sinsabores si el próximo mes de agosto cumple su sueño de participar en los Juegos de Rio. El deportista FER solo aspira a que la salud le respete, a que el éxito o la decepción lo establezcan su talento, a que su velocidad y sus piernas estén libres de condicionantes externos y nocivos. A pocos meses de la mágica cita, y con la mínima olímpica todavía por conseguir, Eusebio afirma sentirse como en sus tiempos de junior.
Empezaste el año en enero con tu presencia en la reunión internacional de Karlsruhe. Ni siquiera acabaste aquella competición. ¿Por qué?
Porque tras realizar mi primer salto, me resentí de unos dolores en el tobillo, los mismos que realmente me han acompañado durante prácticamente los últimos dos años. No quise arriesgar.
Nada más volver a España, decidiste acudir a la consulta de unos de médicos deportivos más prestigiosos de todo el mundo, el doctor Pedro Guillén. ¿Qué te diagnosticó y que te dice?
En los resultados de las pruebas y resonancias que se me habían practicado en los últimos meses, aparecía que se trataba de un edema óseo. Pero una mayor investigación por parte del doctor Guillén reveló que el motivo de la molestia era una dolencia en el ligamento del tobillo izquierdo, lo cual me propiciaba unas molestias crónicas. Me tranquilizó, me dijo que haría todo lo posible para que pudiera llegar a los Juegos de Rio.
Retomaste los entrenamientos con cierta normalidad a finales de febrero. ¿Cuáles son tus sensaciones?
Muy buenas. Piso sin miedo, no tomo precauciones, no me reservo nada, y, de momento, no noto ninguna molestia. Aunque, con todo lo que me ha pasado en los últimos dos años es imposible no ser un poco escéptico y tener ciertas reservas, ahora mismo estoy con unas sensaciones que no las experimentaba desde que era junior hace 7 u 8 años. Cruzo los dedos para que todo siga igual.
Por tanto, eres optimista y crees que te va a dar tiempo a conseguir la mínima olímpica de 8,15m…
Sin duda. Yo siempre digo lo mismo. Si lo hago bien o lo hago mal, que sea por mí mismo. Solo quiero estar bien. Solo quiero que la salud me respete y que las lesiones y los dolores me dejen tranquilo. Si no vuelvo a recaer, estoy convencido de que en mayo o junio lograré la mínima olímpica. Y si no, en el Europeo de Ámsterdam de julio, que será un muy buen test.
Si alguna lección positiva puedes sacar de todos estos problemas físicos sufridos en los últimos años, es tu mayor fortaleza mental, ¿verdad?
Desde luego. Reconozco que ha habido momentos en los que he podido estar un tanto alicaído. Pero el desánimo ha durado bien poco. He aprendido a ser más paciente, más fuerte. Y, sobre todo, se han impuesto mi pasión por el atletismo y mis ganas de demostrar lo que puedo hacer. Ojalá en Rio lo pueda compensar todo.