Podría parecer un guion de película, pero es una historia real. Los protagonistas del relato lo comparten casi todo en la vida. Más bien, todo. Ambos nacieron en el año 84. Ella, un 19 de abril; él, un 14 de mayo. Sienten una pasión prácticamente incontenible por el judo. Los dos son licenciados en Administración y Dirección de Empresas. Aunque por diferentes motivos, ambos tienen clavada una espina desde los Juegos de Londres 2012. Una herida en el alma que les hizo llorar y que necesitan restañar. Por lo menos, intentarlo; cuanto menos, tener la oportunidad. Desde el pasado 8 de abril, los dos son integrantes del FER 2016. Él se incorpora como novedad; ella cumple su cuarta temporada. Y por si fuera poco, son pareja. Sugoi Uriarte y Laura Gómez acarician el sueño de competir juntos en Rio 2016. De momento, lo harán en pocas fechas en el Campeonato de Europa de Kazán.
Valerosa y combativa como pocas, Laura Gómez tira de carácter y de espíritu para minimizar, según ella misma reconoce, las debilidades que acumula. Desde el verano de 2012, cuando se quedó a las puertas de participar en los Juegos de Londres, la judoca valenciana ha arrancado pacientemente todas y cada una de las hojas del calendario. Por momentos, estos cuatro años se le han hecho eternos. Ha habido etapas en que el horizonte de Rio 2016 no se atisbaba. Pero ante los síntomas de abatimiento y desesperanza, Laura Gómez tenía el antídoto preciso. Imaginarse en el desfile de la ceremonia inaugural. Soñar con su presencia en el tatami del recinto carioca. Han sido cuatro años de viajes y más viajes; de sacrificios y desvelos; de perseverancia y tesón. Y la recompensa está bien cerca. Laura acaricia el objetivo. Lo puede sellar en pocos días en el Europeo de Rusia.
Por su parte, Sugoi Uriarte, nacido en Vitoria hace ya casi 32 años, pero afincado en Valencia desde los 17, tampoco ha borrado de su mente el desgarro que sufrió en Londres. En realidad, en los Juegos de 2012 vivió todo tipo de sensaciones. Expectación, emoción, disfrute, ilusión, decepción. En pocas horas, dejó de ser anónimo para el gran público y reunió a muchos espectadores delante de la televisión. Sobre todo, a medida que iba superando cribas y se plantó en la lucha por el bronce. Hasta en dos ocasiones vio muy cerca el podio olímpico. Finalmente, se tuvo que conformar con el diploma olímpico. Sus lágrimas tras la derrota en el combate definitivo por el bronce se convirtieron en una de las principales escenas de la delegación española en Londres. Ahora, cuatro años más tarde, con mucha más madurez y experiencia, totalmente instalado en la cúspide internacional, y con el billete para Rio asegurado, se muestra ambicioso y aspira a medalla.
De camino a Brasil, tanto Sugoi como Laura hacen esta semana escala en el Europeo absoluto de Kazán. Para él, el certamen continental es un ensayo más antes de la gran cita del verano. La tranquilidad de saberse virtualmente en Rio le resta dramatismo. Sus mejores resultados en un Campeonato de Europa absoluto han sido el oro en Austria 2010 y el quinto puesto obtenido en Rumanía. Por su parte, para Laura, el tatami ruso se antoja decisivo para sellar su pasaporte olímpico de forma definitiva. La judoca valenciana tiene muy encaminada su clasificación para Rio. Pero la frontera es muy fina. La competencia es feroz. Si repitiera el bronce continental de 2013 en Hungría, se acababan las cábalas y el sufrimiento. La película se adentra en su tramo terminal. El desenlace promete.