Pablo Cantero (Torrent, 01/04/1994) representa el mejor ejemplo de superación, de coraje, de madurez. De rebelión ante las desgracias. De reinvención frente a las adversidades. De aceptación y asimilación de las emboscadas que tiene reservadas la vida, en ocasiones malévola e imprevisible. De adaptación a la nueva realidad, por dura e ingrata que ésta sea. El nuevo deportista FER era un chico como tantos otros. Practicaba el fútbol. “Era mi pasión, jugaba de delantero en el equipo de mi pueblo”, recuerda. Pero a los 11 años, el reloj se paró. Pablo empezaba de cero.
Las primeras anomalías serias aparecieron cuando Pablo empezaba 6º de Primaria. “Yo era buen estudiante, acostumbraba a sacar notas altas y, de repente, me costó mucho retener las lecciones”. Pero fue yendo al cine un día con su familia cuando reparó en que algo raro empezaba a gestarse. “Dentro, en la sala, apenas vi la película; y cuando salí, no me acordaba de nada”, evoca el atleta de Torrent. Finalmente, una resonancia desveló lo peor: se detectó un tumor cerebral que afectaba de lleno al nervio óptico y que le impedía la visión. “El 7 de octubre de 2005 es el día en que perdí la vista. Aquel día cerré una etapa de mi vida, pero empecé otra”, afirma el deportista FER.
Incondicional del Valencia Club de Fútbol (“nunca olvidaré cuando, ya invidente, Aimar me dio un abrazo después de un entrenamiento en la Ciudad Deportiva de Paterna”), Pablo bromea y comenta que una de las consecuencias más negativas de su enfermedad “es no haber podido intentar mi gran sueño, jugar algún día en el Valencia, cuanto menos en los equipos de la escuela”. En la mente del deportista de Torrent, apenas quedan rastros de aquel traumático episodio que cambió su vida. “Claro que, como todas las personas, sigo teniendo mis momentos de debilidad y me sigo preguntando el típico “¿por qué a mi?”. Una de mis mayores penas es no poder ver crecer a mi hermana pequeña. Pero perder la visión también me ha enriquecido. Por ejemplo, he encontrado mi capacidad para escribir relatos, o mi gusto por la música; de hecho, he comenzado a tocar la guitarra”.
Un futuro psicólogo que ha aprendido a volar
No obstante, el gran descubrimiento de Pablo a raíz de su ceguera ha sido el amor por el atletismo, la vía de acceso al Proyecto FER. “Para mí, este deporte lo representa todo, superación, fuerza de voluntad, solidaridad… Me ha permitido convertir mis limitaciones en motivaciones; mis discapacidades, en retos”. Y cómo es el día a día del deportista de Torrente. “Intento ser lo más independiente posible, salgo de casa con mi inseparable bastón, cojo el metro, voy a la Facultad de Psicología, y no os podéis imaginar el nivel de ayuda y de comprensión que recibo de gente anónima”, señala el atleta valenciano. El mismo sentimiento de gratitud y reconocimiento que expresa hacia el Proyecto FER. “Cuando supe que me incorporaba al FER 2015, fue uno de los días más felices de mi vida. Constituye una iniciativa maravillosa. El apoyo que recibimos es impagable”, indica Pablo Cantero.
A la espera de recibir un perro guía (“el proceso es complejo y todavía tardaré en tenerlo alrededor de un año”), Pablo ya se prepara para sus próximos desafíos deportivos. Después de sus excepcionales resultados en el Europeo Paralímpico de 2014 en Swansea (sexto en longitud F11, sexto en los 100m T11), ya piensa en el Campeonato del Mundo de Doha, en Qatar, del próximo mes de octubre. Su metáfora final es categórica: “Como los murciélagos que no ven, yo estoy aprendiendo a volar”. Su vuelo más esperado es el que debe llevarle hasta los Juegos de Rio 2016. Ese es su gran anhelo. Porque ser ciego impide ver, pero no soñar.