Como ocurre con las palabras polisémicas (un solo significante, diversos significados), Ángela Martínez Guillén encierra diversas personalidades. En el contacto inicial, Ángela (Elche, 20 años) es parca en palabras, tímida, reservada e, incluso, ligeramente distante. Superados esos primeros encuentros, a medida que la confianza gana terreno, la deportista ilicitana ya es más locuaz, ya se libera de su coraza. Cuando llega la complicidad, Ángela se muestra bromista, risueña, ocurrente, divertida… Sin embargo, donde no hay distinciones, donde no se desdobla, es en el agua. Ya sea en una piscina, ya sea en un río, ya sea en un lago, ya sea en un mar, Ángela Martínez se comporta como un torbellino. En su hábitat natural, es ganadora, es ambiciosa. Así espera confirmarlo en los Juegos de París este jueves 8 de agosto, día de los 10 km en aguas abiertas. En principio, en el Río Sena.
No deja de ser curioso que la deportista FER se haya especializado en las largas distancias. Lo mismo que su madre, cuyo nombre también es Ángela. Ahora bien, mientras la progenitora es capaz de estar corriendo, ya sea en asfalto o en montaña, durante horas y horas, Ángela ha de estar rodeada de agua. Así ocurre desde que era muy pequeña. Con tan sólo dos años, la sirena ilicitana ya se sumergía en una piscina. Su primer aviso llegó en 2019, momento en que ocupó la séptima plaza en el Campeonato de Europa infantil de aguas abiertas, en la República Checa. No obstante, como la propia protagonista se encarga de recordar, el logro que supuso un antes un después, que le permitió sacudirse los complejos, y que le concedió autoestima y seguridad, fue la 11ª plaza en los 10 km en aguas abiertas del Mundial de 2023, celebrado en Japón.
Hasta ese momento, Ángela Martínez no sentía una especial atracción por las aguas abiertas. Las practicaba, pero sin entusiasmo. La deportista ilicitana reconocía una clara preferencia por la piscina. Sin embargo, tras aquella gran conquista en el Mundial de Fukuoka, las reticencias dieron paso al enamoramiento. De las dudas, al disfrute. De la frialdad, a la pasión. Y con la llegada de 2024, el nado a mar abierto se convirtió en un auténtico filón.
Así, hasta aterrizar en Campeonato del Mundo de 2024, celebrado en Doha durante el primer fin de semana de febrero. Ángela alcanzó la recompensa más deseada. No faltaron grandes dosis de incertidumbre y sufrimiento. De hecho, el pasaporte para estar en París llegó de forma agónica y milagrosa. Y tras un esprint final no apto para cardíacos. Se distribuían 13 plazas directas. La deportista ilicitana concluyó en la 13ª plaza de la prueba mundialista. Es decir, atrapó el último de los billetes disponibles. Y por sólo tres segundos. De hecho, cuando finalizó la carrera, Ángela pensaba que no se había clasificado. Se temía lo peor. Fueron instantes de miedo, de confusión, hasta de enfado. Pero, cuando le confirmaron la gran noticia, su emoción resultó indescriptible.
A partir de ese momento, la deportista del Proyecto FER, programa de apoyo a deportistas de la Comunitat Valenciana y que está impulsado por la Fundación Trinidad Alfonso, cuyo mecenas es Juan Roig, ha seguido creciendo a un ritmo vertiginoso. Logró el bronce en la Copa del Mundo desarrollada en Soma Bay, Egipto. Ganó el Campeonato de España, tras un ajustado duelo con María de Valdés. Se impuso en la Copa de Europa celebrada en Piombino, Italia, prueba en la que superó a nadadoras que serán rivales este jueves; entre otras, la brasileña Cunha, la francesa Jouisse, la montenegrina Pou o la japonesa Ebina. Y fue cuarta en el Campeonato de Europa, en Belgrado, travesía en la que sólo tres segundos le separaron del bronce. En Doha, nada más conseguir el billete de París, contactó con sus padres y les preguntó ‘¿qué se siente al tener una hija olímpica?’. Ahora, es capaz de decirles ‘¿qué se siente al tener una hija medallista olímpica?’. Con Ángela y sus poderosos esprints finales, todo es posible. No la descarta para nada.