Como ocurre en otros deportes (por ejemplo, el judo), el boxeo ofrece dos medallas de bronce en los torneos internacionales. También, en los Juegos Olímpicos. Es decir, alcanzar las semifinales ya representa adentrarse en la gloria, en la celebridad. A las puertas de ese emocionante escenario, se encuentra José Quiles Brotons (Elda, 26 años). Por su condición de cabeza de serie, el púgil FER quedó exento en la primera ronda. Gracias a este privilegio, nada gratuito y sí merecido, sí justificado, el púgil alicantino se incorporó a la competición en los octavos de final. Producto de todo ello y, sobre todo, como consecuencia de la victoria alcanzada ayer ante el kazajo Makhmud Sabyrkhan, el componente del equipo FER se encuentra a una sola victoria de las semifinales. Es decir, roza, cuanto menos, la medalla de bronce.
El triunfo alcanzado ayer en París trasciende el prestigio de plantarse en los cuartos de final de unos Juegos Olímpicos. Va mucho más allá. Es toda una declaración de intenciones. Sobre todo, por la forma con la que llegó. Quiles redujo a un rival temible. Lo aniquiló tras ejercer una clarísima superioridad. Sobre todo, en los dos primeros combates. El boxeador FER no sólo ha llegado a París con ganas de revancha tras lo sucedido hace tres años en Tokio, donde compitió mermado en lo físico, y afectado en lo mental. Ha aterrizado en la capital francesa con los guantes bien ajustados.
No obstante, cruzar esa línea divisoria que separa la magia de la decepción va a exigir un esfuerzo titánico. Para que José Quiles atraviese esa delgada frontera, tendrá que exhibir la mejor versión de su vida. Deberá abrazar la excelencia. En el combate clave, le espera un ogro. Posiblemente, el gran favorito para proclamarse campeón olímpico en menos 57 kilos. Este próximo sábado, el deportista eldense se enfrentará al uzbeco Abdumalik Xalokov, vigente oro mundial en esta categoría de peso. Pero un podio olímpico no entiende de tibiezas. Colgarse un metal en unos Juegos obliga a superar todos los límites. Los propios y los ajenos.
José Quiles pertenece al Proyecto FER, programa de ayudas económicas a deportistas de la Comunitat Valenciana y que está impulsado por Juan Roig a través de la Fundación Trinidad Alfonso. “Ayer, tuve muy buenas sensaciones. No fue ninguna sorpresa. Me encuentro confiado, seguro, convencido del trabajo que hemos planificado con el equipo. Me alegro por mí, pero también, por ellos. Esto es un trabajo colectivo. Yo soy el que subo al ring, pero detrás, tengo el apoyo de muchas personas”, señala José Quiles, quien añade: “Nunca me he enfrentado al uzbeko, pero lo conozco. Destaca, sobre todo, por su rapidez de movimientos, por sus reflejos, por su habilidad… pero no me asusta. Sé que estoy ante la oportunidad de mi vida y no quiero desaprovecharla. Es el momento de rematar todo el trabajo de tantos y tantos años. Vamos a por ello”, comenta el deportista de Elda.
Tras el bronce en el Europeo absoluto de 2017, en Ucrania, tras la plata en el Europeo absoluto de 2022, en Armenia, y tras la plata en los Juegos Europeos de 2023, en Polonia, la vitrina de José Quiles espera el trofeo más preciado, el galardón más deseado, la condecoración más célebre. Con la expectativa de un podio olímpico, las restricciones alimenticias serán más llevaderas. Y el hambre, más asumible. Su sueño de sacar a Elda a la calle tras una medalla en París empieza a tomar cuerpo y fuerza. La solución, el próximo sábado. Tan cerca. Tan lejos.