Hay deportistas que tienen un don especial. Que están rodeados por un halo, por una aureola, diferencial. En algunos casos, por sus cualidades puramente técnicas. En otras, por su carisma, por su carácter, por su facilidad para ilusionar, por su capacidad para llegar a la gente. Pese a su juventud, en este grupo de elegidos que parecen tocados por una varita mágica, se encuentra Héctor Álvarez (Benidorm, 17 años). Desde hace un tiempo, el joven ciclista alicantino acapara focos y atenciones. Despierta grandes expectativas. Es capaz de brillar en la pista, donde es el vigente campeón de Europa de ómnium, como en la ruta.
De cara a esta nueva temporada, Héctor se ha propuesto dar un paso adelante en la ruta. Obviamente, tras el espectacular éxito del pasado año en el velódromo, el joven ciclista FER aspira a lo máximo en el Europeo de pista. No obstante, el principal termómetro de su crecimiento pasa por el asfalto. Y en el horizonte, sobre todo, un evento: el Campeonato del Mundo, previsto en Suiza durante la última semana de septiembre. Antes de que llegue ese instante supremo del curso, al deportista alicantino le esperan más retos y desafíos. Algunos, especialmente apasionantes. Como el que afronta este próximo fin de semana: la prueba junior de la Paris Roubaix. Hace un año, en su estreno en esta mítica carrera, Héctor Álvarez ocupó una extraordinaria 20ª plaza y fue el mejor de los seis españoles participantes. Más recientemente, a principios de marzo, logró un sonoro triunfo en la segunda jornada, una etapa en línea, de la Guido Reybrouck Classic, en Bélgica. Todo un aval de cara a este domingo.
Sin duda. Es una prueba con tal encanto, con tal tradición, con tal solera, con tal historia… que siempre genera una ilusión y una motivación especiales. Y más, si, como es el caso, te permite representar a la selección española.
En general, el ciclismo es imprevisible. Esta carrera lo es más aún. Es una prueba en la que todos los factores, propios y ajenos, te tienen que ayudar y acompañar todo. El año pasado, tuve suerte y, en efecto, todo me acompañó. Si en esta ocasión, todas las condiciones también se alinean a mi favor, puedo estar arriba. Me encuentro bien. Así lo demostré hace unos días en la Guido Reybrouck Classic, en Bélgica.
Está claro que dar un salto de calidad en la ruta es uno de los objetivos de la temporada. Ese paso adelante pasaría por ganar alguna carrera de la Copa de las Naciones. Este es el gran sueño de la actual temporada. Ya he conseguido mi primera victoria en una carrera UCI. Ahora, el siguiente paso sería ganar, o cuanto menos destacar, una Copa de las Naciones: por ejemplo, la propia Paris-Roubaix, la Eroica, que se celebra en Italia, o la Watersley Challenge de Holanda.
En efecto, aún soy muy joven y el tiempo decidirá qué perfil de ciclista seré. Pero creo que me encamino hacia un “clasicómano”. Es decir, un corredor bastante completo y especializado en pruebas de una jornada.
Con las máximas aspiraciones. El Europeo junior de pista es otra de las competiciones que aparecen subrayadas en mi agenda. Sé que, tras el título del pasado año, las expectativas en torno a mi figura serán muy altas. Yo también las tengo. Cuanto menos, quiero ocupar una plaza en el podio en la prueba del ómnium, pero ya estaré mucho más vigilado y será muy complicado.