Adrián Ben, Mohamed Ataoui, Saúl Ordónez, Mariano García, Álvaro de Arriba, Pablo Sánchez Valladares… No hay duda. Los 800 metros son la prueba más cara del atletismo español. En términos cuantitativos; es decir, por densidad. Y en términos cualitativos; es decir, por clase y calidad. Hay mucho y, sobre todo, muy bueno. Por ello, la mera presencia en la convocatoria de un Europeo o un Mundial ya es una toda una proeza. Contra este “ejército”, lucha Javier Mirón (Ibi, cumplirá 24 años en diciembre). Pero, muy a su pesar, no ha dispuesto de las mismas armas. Sobre todo, de carácter físico.
Desde junio de 2021 hasta finales de 2022, ni siquiera pudo combatir. Una exasperante sucesión de desgracias y lesiones le apartó de las pistas. Incluso, de los entrenamientos. Temporada en blanco. Con el inicio de 2023, cambió la historia. Mirón pudo escapar de la pesadilla. Volvió a sentirse atleta. Se reencontró con la competición. Pese al largo y tortuoso paréntesis, ofreció unas excelentes prestaciones. En suma, demostró lo que es, todo un talento, y firmó una brillante temporada de pista cubierta. El deportista alicantino ganó la Reunión Internacional de Mondeville; logró el bronce en el Campeonato de España (a sólo 7 centésimas de la plata de Mariano García, a sólo 10 centésimas del oro de Saúl Ordóñez); protagonizó una sobresaliente actuación en el Meeting de Madrid (donde superó a Mariano y a Adrián Ben); y disputó en Estambul el Campeonato de Europa, evento en el que franqueó la primera ronda y en el que cayó en semifinales.
Sin embargo, todo volvió a torcerse a partir de mayo. Regresaron los contratiempos. Como consecuencia de unos problemas musculares en los isquiotibiales, el atleta alicantino tuvo que cambiar la planificación. Y se vio obligado a retrasar su regreso al tartán. No se reencontró con los 800 metros hasta mediados de julio. Por ello, no llegó en plenitud al Campeonato de España, donde acabó en la sexta posición. Fue en la recta final del verano cuando Javier ofreció su mejor versión: 1:45:50 en Polonia, el 30 de agosto, y 1:45:29 en Rovereto, Italia, el 6 de septiembre. Cabe recordar que su plusmarca personal es 1:44:82, registro alcanzado en Marsella un 9 de junio de 2021 y que, en aquel momento, suponía mínima para los Juegos Olímpicos de Tokio. Ahora, acaba de empezar la pretemporada. Se siente bien. Cruza los dedos
En general, hablaría del medio fondo español. Por ejemplo, también el 1.500 ofrece un nivel espectacular. Pero sí es cierto que en los 800 la competencia es feroz. En 2023, ha habido 8 españoles capaces de bajar de 1 minuto y 46 segundos. Esto lo dice todo.
Sí, arranqué a mediados de septiembre. Me encuentro muy bien. Las sensaciones son muy buenas. Mejor que en mucho tiempo. Cruzo los dedos para que nada se tuerza.
Soy consciente de que, en efecto, la batalla va a ser durísima. Yo creo que puedo cubrir los 800 metros por debajo de esos 1:44:70. La progresión que experimenté en la parte final del pasado verano, cuando estaba cerca del 100%, me hace ser optimista. No obstante, si no logro hacer la mínima olímpica, queda la vía del World ranking. Es decir, he de hacer muy buenas marcas durante todo el año, estar en las primeras posiciones en todas las competiciones y, sobre todo, hacer un buen Campeonato de España. Aún queda mucho, pero esa final del Nacional de verano va a ser la madre de todas las batallas.
Me veo en condiciones de luchar de tú a tú con ellos. A veces, ganar, quedar segundo o acabar tercero es cuestión de centésimas, de pequeñísimos detalles. Todos ellos son extraordinarios atletas, pero yo me veo capaz de competir sin complejos. De hecho, ya les he superado en alguna ocasión. Y, posiblemente, sin estar en plenitud.
Lo es. También será muy complicado ser uno de los elegidos. Según los criterios que recientemente ha publicado la Federación Española, hay que correr por debajo de 1:47:00. Lo dicho, va a ser muy difícil, pero sí, ir al Mundial de pista cubierta en Glasgow es otro de los objetivos de 2024.