Apenas tiene 20 años. Hasta este reciente fin de semana, sólo había disputado tres Copas del Mundo. Y sólo había afrontado dos pruebas en distancia olímpica. No obstante, su talento, su clase, su capacidad, sus condiciones y su carácter doblegan a las, presuntas, que no reales, inexperiencia, bisoñez o inmadurez. David Cantero del Campo (Aldaia, 20 años) vivió el pasado sábado una jornada inolvidable. El triatleta FER conquistó la medalla de oro en la Copa del Mundo celebrada en Valencia. Un éxito mayúsculo. Se entronizó en su ciudad, ante su gente. Días antes, había advertido que encaraba una de las carreras más complicadas de su incipiente ejecutoria. Tan importante como nadar, pedalear o correr, iba a ser el control de las emociones, la gestión de las sensaciones. A la postre, su actuación resultó perfecta, inconmensurable. En lo deportivo y en lo anímico. Porque David se desenvuelve con la maestría y el temple de un veterano. Y es un portento, un privilegiado, un elegido. Ya no hay duda.
De las cumbres de Sierra Nevada, a la cima del podio en una Copa del Mundo. David había estado concentrado en las montañas granadinas durante todo el mes de agosto. Vida monacal, casi conventual, para preparar un tramo final de año particularmente exigente. La recompensa empieza a llegar. La victoria conseguida el pasado sábado en Valencia apuntala una temporada extraordinaria. Aunque en 2022 ya protagonizó algunas incursiones, ha sido en este curso cuando David Cantero se ha incorporado plenamente a la categoría absoluta. A la espera de debutar en las Series Mundiales, los resultados conquistados desde que arrancó este año han sido excelentes. Por ejemplo, ocupó la séptima plaza en el Campeonato de Europa absoluto distancia olímpica, en Madrid; fue quinto en la Copa del Mundo celebrada en Huatulco, México; y finalizó en la 11ª posición en los Juegos Europeos, en Polonia. Además, en casi todas estas pruebas, el discípulo de Roberto Cejuela se ha convertido en el mejor español. A este paso, el deportista FER va a entrar, de lleno, en la lucha por una de las tres plazas olímpicas que el triatlón nacional tendrá en los Juegos de París.
En Valencia, del total de los 50 participantes, Cantero salió el 8º del agua. Es decir, empezó a cimentar su triunfo en el tramo de natación. Si David es capaz de minimizar las pérdidas en el segmento acuático, puede soñar con todo. Su ciclismo y, sobre todo, su carrera a pie son de calidad suprema. El deportista de Aldaia no corre, vuela sobre el asfalto. Y en un desenlace al sprint, es un mal enemigo. Justo, lo sucedido en La Marina de Valencia el pasado sábado, “el día más feliz de mi vida. Casi ni me lo creo todavía. Nunca había tenido esas sensaciones, ni compitiendo, donde me encontré pletórico, ni tras ganar, cuando estaba en una especie de nube y sin saber muy bien lo que acababa de conseguir”, comenta David, quien se ha convertido en el español más joven en ganar una Copa del Mundo de triatlón.
Trabajador incansable, apasionado de su deporte, entregado a la causa, riguroso y metódico hasta el límite, David Cantero celebro el éxito “lo justo. Cené poco. Pedí un poco de carne, porque tampoco tenía mucha hambre. Estuve con mi pareja, con mi hermano, con unos primos y con unos amigos. Me acosté pronto. Estaba muy cansado. Ayer domingo por la mañana, hice un poco de bicicleta. Y luego, sí estuve y comí con mis padres, a quienes apenas puede ver el sábado. Y ya, por la tarde, regreso para Alicante, porques esto no para”, cuenta el deportista FER.
Porque, en efecto, las hostilidades no cesan. Más bien, al contrario. David tiene por delante unas semanas de auténtico vértigo. El sábado 23 de septiembre, le espera una de las grandes citas del año: el Campeonato del Mundo sub-23 en Pontevedra; el domingo 1 de octubre, disputa la Copa del Mundo de Tánger; el sábado 7 de octubre, afronta la Copa del Mundo de Roma; el 11 de noviembre, competirá en la Copa del Mundo de Viña del Mar, Chile; y el 18 de noviembre, cerrará la temporada con la presencia en la Copa del Mundo de Montevideo. Cinco nuevas oportunidades para seguir emocionando. Para demostrar que es todo un prodigio. Y para, con sigilo y discreción, por qué no, dar forma a su candidatura olímpica. Con David, nada es descartable.