De la clandestinidad, a la transparencia. De un escenario tortuoso, a un contexto normalizado. De las sombras y las dudas, a la claridad y las certezas. En marzo de 2020, José Quiles Brotons (Elda, 25 años) se clasificó para los Juegos Olímpicos de Tokio con la crisis sanitaria del coronavirus, recién iniciada, como trasfondo. En aquel momento, el púgil alicantino se convirtió en el héroe de una película de terror. De hecho, el combate que le concedía el pasaporte olímpico fue el último lance del Campeonato de Europa, en Londres. En cuanto el brazo de Quiles fue levantado por el árbitro, el certamen quedó cancelado. Y, por extensión, quedó paralizada la actividad deportiva en Europa, durante algunos meses. Ahora, tres años después, el boxeador FER sí ha podido celebrar a lo grande, sin reparos, sin limitaciones, sin restricciones, sin miedos, sin titubeos, su acceso a París 2024. Quiles ha logrado su sueño en los Juegos Europeos, en Polonia. Estaba obligado a ganar tres combates y a plantarse en las semifinales. Lo consiguió. Y con creces. Se colgó la medalla de plata. Sólo cayó en la final.
Desde luego. Aquel episodio de Londres no lo olvidaré jamás. Yo estaba metido en mi particular burbuja. No era consciente de lo que estaba pasando en España. Ahora, todo ha sido distinto. Y, lo más importante, los Juegos de París no tendrán nada que ver con los de Tokio. Vamos a disfrutarlos al máximo.
Bastante, la verdad. En lo físico y en lo mental. Primero, por encadenar dos torneos tan importantes y exigentes. Además, por la presión de saber que estaba en juego el pase a los Juegos. Pero, sobre todo, por tener que bajar de peso, de menos 60 en el Mundial a menos 57 en los Juegos Europeos. Cuesta mucho. Y hasta se pasa hambre… Llevaba más de dos años sin competir en menos 57 y no sabía cómo respondería mi cuerpo. Felizmente, reaccionó mejor de lo esperado y ahí está el resultado.
Así es. Y, desde luego, con el paso del tiempo, doy por ‘buena’ aquella derrota en el Europeo de 2022. Le tenía ganas al georgiano. Siempre plantea unos combates muy trabados, muy sucios, mete mucho la cabeza y el codo, genera mucha tensión… Esta vez, volvió a ser una contienda muy dura, pero llevaba la lección aprendida. No sin sufrimiento, lo superé y me aseguré el billete olímpico.
Llevaba disputados cuatro combates. Estaba fatigado, la verdad, y empezaba a acusar el cambio de categoría de peso. Además, también reconozco que, tras conseguir el pasaporte olímpico, me cuerpo y mi mente bajaron un poco la guardia. Ahora bien, si me vuelvo a enfrentar al búlgaro, no me gana. Estoy convencido.
En Tokio, tuve muy mala suerte. Dos meses antes, pasé por el quirófano tras romperme el bíceps del brazo izquierdo. Llegué muy mermado y falto de preparación. Espero aterrizar en París pletórico y a tope. Si es así, puedo optar a todo. Lo he demostrado.
Sin duda. Estoy al 200%. Y en París, si me respeta la salud, estaré al 300%…